GENERAL FELIPE SANTIAGO SALAVERRY
18 de febrero de 1836, fue fusilado en la Plaza de Armas de Arequipa, el General Felipe Santiago Salaverry, a los 29 años de edad. Fue el presidente más joven del Perú.
A finales de 1820, contando solo con catorce años de edad, se escapó de la casa de sus padres y se presentó ante San Martín en el cuartel general de Huaura, junto con Juan Antonio Pezet.
Empezó, muy joven su carrera militar en el ejército patriota, donde demostró arrojo y mucha audacia, lo que se convirtió en el inicio de una vertiginosa carrera militar que le llevaría a la cúspide con una precocidad que para muchos resultó asombro.
Ingresó como cadete en el batallón “Numancia” y sirvió bajo las órdenes del general Juan Antonio Álvarez de Arenales en la segunda campaña de la sierra central. Luego se destacó en el primer sitio del Callao y fue ascendido a subteniente, el 15 de enero de 1822.
Fue destinado al batallón Nº 1 de la Legión Peruana y, ya con el grado de teniente segundo, concurrió a las adversas batallas de Torata y Moquegua, durante la primera expedición a puertos intermedios (1823).
Ascendido a capitán, participó en las batallas de Junín y Ayacucho (1824), y luego participó en las operaciones que el mariscal Antonio José de Sucre dirigió en el Alto Perú, figurando en la toma de Potosí.
Posteriormente continuó participando en la vida militar y política del Perú, en los azarosos años de la primera guerra civil de la etapa republicana del joven estado peruano, “La guerra maldita” como la llamó Domingo Nieto, que se inició en 1833.
En 1835, Salaverry derroca al General Orbegoso, quién pidió ayuda al General Santa Cruz, aceptando la intervención del ejército boliviano, comprometiéndose a establecer una confederación, decisión que originó la sangrienta guerra entre Salaverry y Santa Cruz.
El 7 de febrero de 1836, ambos ejércitos chocaron en la sangrienta batalla de Socabaya, donde el joven caudillo de 29 años fue totalmente derrotado y huyó por caminos extraviados hacia el mar, pero fue interceptado por una patrulla del general Guillermo Miller, quien consiguió su rendición prometiendo interceder por su vida.
Salaverry fue sometido a un proceso sumario y pese a la promesa que se le hizo fue condenado a muerte.
Fue fusilado en la Plaza de Armas de Arequipa, al lado de sus principales oficiales. Se cuenta que cuando los fusileros hicieron la primera descarga, todos cayeron muertos, menos Salaverry, que se paró, dio un paso atrás y dijo:
«La ley me ampara», pero una nueva descarga acabó con su vida.
Tras su muerte se erigió la Confederación Perú - Boliviana, entidad política que duraría hasta 1839.
Su último deseo fue una pluma y unos folios, en los que escribió tres documentos: su testamento, una carta a Juana Pérez, su esposa, y una protesta «ante la América» por su ejecución.
Carta del General Felipe Santiago Salaverry, dirigida a su esposa un día antes de ser fusilado.
Si han visitado Arequipa, seguro han leído la carta que el General Salaverry, le dirigió a su esposa, un día antes de ser fusilado, en la Plaza de Armas, se encuentra la placa con el texto, en el mismo lugar donde fue fusilado.
El texto de la carta dirigida a su esposa (copiado de la referida placa) dice:
Arequipa-Perú, febrero 17-1836.
Mí querida esposa:
Dentro de pocos momentos voy a ser pasado por las armas, y te debo el último adiós; es este: Tú conocías bien mi corazón, y no puedes dudar de que mis intenciones, en toda mi vida pública, han sido muy puras: ellas se han dirigido a la felicidad y a la gloria de mí país, no obstante, el destino me preparaba un término horrible; conformémonos a él.
Sólo siento, al morir, no haber labrado la fortuna de la mejor mujer que ha nacido, pero tu juicio, y tu talento valen más que todo, y estas dos brillantes dotes te quedan fortificadas y mejoradas por las desgracias.
No te dejes envolver en ella. Tranquilízate, consuélate y vive para mis infortunados hijos que no tendrán otro apoyo. Tú los educarás para la virtud y les harás conocer mis inmerecidas desgracias. He pedido permiso para hacer un corto testamento, que te entregará mi hermano Juan.
Consérvate eternamente en armonía con este buen muchacho, que te ayudará a sobrellevar tus penas. Adiós querida Juana; recibe el corazón de tu desventurado esposo. Felipe Santiago Salaverry.
(Juan Carlos Saldaña Salmón)
Fuente:
Historia de la República del Perú -Jorge Basadre.
Imagen - Internet
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