📚BATALLA DE PUCARÁ
5 DE FEBRERO DE 1882
📎Cáceres, sabiéndose perseguido por el ejército chileno, tuvo en mente establecer una línea de defensa en la quebrada de Izcuchaca, pero cuando se movía con su ejército hacia Huancavelica el enemigo alcanzó a su retaguardia, trabándose combate desigual de fuerzas en las alturas de Pucará.
En su Memoria de 1883, describiendo este suceso, Cáceres destacó el esfuerzo de los valientes que salieron al encuentro del enemigo, dando cima a la sorprendente victoria del 5 de febrero de 1882, que llegó a comparar con la obtenida en Tarapacá:
“Las fuerzas enemigas compuestas de más de 2,000 plazas, que en cinco horas de recio combate no pudieron apagar los fuegos de las guerrillas que les salieron al encuentro, se desconcertaron con tan inesperada resistencia, prefiriendo replegarse a Pucará antes que aventurar una acción erizada de peligros, aunque para ello hubieron de renunciar, mal de su grado, a su propósito de cortar la retirada del ejército y aniquilarlo bajo el peso de sus poderosas armas. Y ciertamente que la coyuntura no pudo ser más propicia al intento. Pero no siempre el triunfo es el aliado de los más fuertes: suele ser también la ofrenda de los más esforzados.
Las glorias de esa memorable jornada, son glorias nacionales que merecen figurar en los fastos de la guerra del Pacífico al lado de las que se conquistaron en los campos de Tarapacá”.
Fue entonces que Cáceres empezó a lamentar el desacato del coronel Arnaldo Panizo, quien se negó a conducir desde Ayacucho la división que tenía a su mando. De haber sido por ello, dice Cáceres, “se pudo oponer un segundo dique a la invasión del enemigo sobre el departamento de Junín y cuando menos la expedición chilena hubiera labrado su tumba en las ásperas alturas de Pucará”. Cáceres juzgó con extrema severidad ese desacato, deplorando en su Memoria de 1883 lo que calificó como una traición.
📌TESTIMONIO DEL COMANDANTE GUERRILLERO AMBROSIO SALAZAR, quien escribió en el diario “El Perú” del 8 de julio de 1886, anotando estas líneas: “(Fue) brillante (la) retirada de Pucará el 5 de febrero de 1882, en que el ejército diezmado del señor general Cáceres hizo cegar a los fámulos de Del Canto, causándoles incalculables bajas, entre ellas la del jefe de caballería enemiga”.
Los partes oficiales aparecen consignados como anexos en la Memoria que firmó Cáceres en 1883. Allí se menciona que tuvimos “21 individuos de tropa muertos y 27 heridos”, porque “este satisfactorio éxito se alcanzó a costa del sacrificio de un puñado de valientes”, lamentándose sobre todo la inmolación del teniente coronel José A. Navarro.
Esta jornada constituye un modelo de retirada, y en ella se pudo advertir cuánto significan la sangre fría y el denuedo de un jefe en situación tan crítica, y cuánto importa, además, ganarse absolutamente la confianza de su tropa demostrando valentía, pericia y dominio de sí mismo.
Cáceres, en el espacio de pocas horas, entabló una lucha imprevista, rechazó de modo brioso el ataque, salvó a sus tropas y las dirigió bajo fuego enemigo a una nueva posición, donde con gallardía planteó un nuevo combate. No aceptándolo el enemigo, y aun teniéndolo a la vista, el Ejército de La Breña emprendió luego una marcha en ascenso, en orden irreprochable, haciendo gala de una bravura y resistencia no apreciadas hasta entonces. De allí que se considere esta retirada como un triunfo indiscutible.
La división chilena contramarchó a Huancayo en desfavorables condiciones y allí estableció su cuartel general. En tanto que los patriotas prosiguieron la sacrificada retirada, por las alturas de Huancavelica.
Fuente : Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú
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