Primera santa nacida en América, Isabel Flores nace en la
Lima colonial el 20 de abril de 1586, y era tan hermosa que le ponen el
sobrenombre de "Rosa". Sus padres se esfuerzan por educarla en la fe,
inclinada a la contemplación, pero testigo de las necesidades de los que le
rodean, entra como terciaria en la Orden de Predicadores. Vive la compasión con
aquellos que le rodean, en un servicio alegre y generoso. Muere con treinta y
un años en 1617.
Isabel Flores de Oliva, que por su belleza recibió
popularmente el nombre de "Rosa" al que ella añadió "de Santa
María", nació en Lima en 1586. La sociedad de su época, propia de un
periodo colonial, esta orientada en varios aspectos por el ideal de tener más.
Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría
de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de
Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una
seria educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.
Lima tiene una comunidad pionera en la evangelización: el
convento de Santo Domingo. Allí los seglares pueden participar en la liturgia,
reunirse a meditar la Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos
misionales o "doctrinas".
Santa Rosa de Lima en su interior vive un dilema: por un
lado siente vocación de religiosa contemplativa y, por otros, percibe la
imperiosa llamada a realizar esta vocación en el interior de su familia,
trabajando por el Reino de Dios desde fuera del convento. A sus 20 años
encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal ingresando en la
Orden de Predicadores, en su movimiento seglar.
Como dominica seglar da clases a los niños, incluyendo
aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara), cultiva el
huerto de casa u trabaja en costura. De esta forma aporta al sostenimiento de
su familia amenazada con estrecheces económicas. En aquel hogar la vida es
sencilla, pero lo necesario nunca falta.
Participa en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo.
Al fondo de su casa construye una cabaña con el fin de asimilar más el
Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los hombres y con
la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como mujer de
"contemplación en lo secreto". A esto une una serie de
mortificaciones.
Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria
para ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el
Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente
a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás,
perdona las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los
pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la
compasión.
Ella misma querrá salir de Lima como misionera pero diversas
circunstancias se lo impiden. Murió a los 31 en Lima el 24 de agosto de 1617.
Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue
canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América
Meridional y Filipinas la veneran como patrona.
Fuente Dominicos
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