lunes, 5 de junio de 2023

5 DE JUNIO 1880: ARICA NO SE RINDE

 Hoy 5 de junio, día de la célebre respuesta que dio el coronel Francisco Bolognesi al mayor Juan José de la Cruz Salvo, parlamentario del ejército chileno, quién fue a solicitar la rendición de la plaza.

En una primera reunión entre Bolognesi y Salvo, se realizo el siguiente diálogo:

- "Le oigo a Ud., señor dijo Bolognesi, con voz completamente tranquila".

- "Señor, contesto Salvo, el general en jefe del ejército chileno, deseoso de evitar un derramamiento inútil de sangre, después de haber vencido en Tacna al grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de la plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos".

- "Tengo deberes sagrados, repuso el gobernador de la plaza, y los cumpliré quemando el último cartucho".

- "Entonces está cumplida mi misión, dijo el parlamentario, levantándose".

-"Lo que le he dicho a Ud., repuso con calma el anciano, es mi opinión personal; pero debo consultar a los jefes" y luego de unos momentos se presentaron los siguientes 14 de sus oficiales:

  • Coronel Alfonso Ugarte
  • Capitán de Navío Juan Guillermo More
  • Coronel José Joaquín Inclán
  • Coronel Mariano Bustamante
  • Coronel Justo Arias Aragüez
  • Coronel Marcelino Valera
  • Teniente Coronel Manuel C. de la Torre
  • Teniente Coronel Ricardo O´Donovan
  • Teniente Coronel Francisco Cornejo
  • Teniente Coronel Ramón Zavala
  • Teniente Coronel Juan Pablo Ayllón
  • Teniente Coronel Medardo Cornejo
  • Capitán de Fragata José Sánchez Lagomarsino"
Cuando estuvieron todos sentados, en pocas y dignas palabras, el gobernador de la plaza reprodujo en sustancia su conversación con el emisario chileno, y al llegar a la respuesta que había dado a la intimidación se levantó tranquilamente More y dijo:
"Esa es también mi opinión"

Siguieron los demás en el mismo orden, por el de su graduación, y entonces dejando a su vez su asiento, el mayor Salvo, volvió a repetir, "Señores, mi misión está cumplida" (1).

2 días después, el 7 de junio, 9 de los 15 asistentes a la junta murieron en el campo de batalla, cumpliendo su promesa, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Juan Guillermo More, José Joaquín Inclán, Mariano Bustamante, Justo Arias Aragüez, Ricardo O´Donovan, Francisco Cornejo y Ramón Zavala.

Sólo 6 de los oficiales que participaron en el juramento de pelear hasta quemar el último cartucho, quedaron heridos, veamos que fue de ellos, al término de la batalla.

Marcelino Varela quedó gravemente herido, fue operado en Tacna y luego fue trasladado a Lima para su recuperación. (2)

Manuel C. de la Torre, José Sánchez Lagomarsino, Medardo Cornejo, Juan Pablo Ayllón y Roque Sáenz Peña, fueron capturados y conducidos a prisión a Chile.

Manuel C. de la Torre y José Sánchez Lagomarsino, permanecieron en un largo cautiverio siendo liberados después del tratado de Ancón. (3)

Medardo Cornejo, logró fugarse de prisión, llegando a Buenos Aires, donde a través de la delegación peruana, fue nombrado cónsul en Tucumán, Salta y Jujuy, y desde ahí colaboró con el envió de armas que obsequió a los aliados el presidente argentino general Rocca. (4)

Juan Pablo Ayllón, merece un recuerdo especial, estando en prisión enferma gravemente y le ofrecieron su libertad si firmaba un acta comprometiéndose a no tomar las armas contra Chile, promesa que rechazó violentamente, como un insulto que le estaban haciendo a su persona y a su calidad de peruano.

A su esposa le escribiría entonces, la siguiente carta:

"Me exigen una firma deshonrosa por mi libertad, me encuentro muy mal de salud, quizá ésta sea la última carta que te escriba; pero no puedo acceder a semejante humillación, yo no tengo más patrimonio que el honor, única herencia que les dejo a mis hijos; pero no puedo mancillar mi honor, no puedo deshonrar la dignidad de mi patria. Haz tú, intención de no verme más, me encuentro sumamente desfallecido y pronto descansaré de tantos sufrimientos.
Adiós querida esposa, tal vez ya no recibirás más cartas mías".

Juan Pablo Ayllón, falleció unos días después, en Santiago de Chile, el 21 de setiembre e 1881. (5)

Teniente Coronel Roque Sáenz Peña, joven argentino que abrazó la causa peruana y se incorporó al ejército peruano, fue herido y conducido prisionero a Chile, en donde luego de unos meses, por intervención de su gobierno, fue liberado, regresó a la Argentina donde retomó su carrera política, llegando a ser presidente de la república en 1910.

Años después en una ceremonia en Buenos Aires, al recibir la medalla del congreso peruano, pronunció las siguientes palabras:

"Ofrecí al Perú lo único que tenía, mi caballo, mi espada y mi vida. Al caballo me lo mataron en la refriega; la espada se me desprendió de mi brazo con la herida final, y mi vida...mi vida, no la quiso el Perú, me la devolvió en Arica, o por orgullo nacional quería que sólo sangre peruana regara el Morro, o porque pensó, que era necesario que quedará en pie, un testigo imparcial del heroísmo de sus hijos". (6)




Y efectivamente, sus últimas palabras, fueron ciertas. Años después de la epopeya del Morro, Ricardo Palma, escribió en 1885 un artículo sobre Bolognesi y la gesta de Arica, el cual fue reproducido por varios diarios de Sud América, entre ellos, El Mercurio de Valparaíso, lo que originó que el coronel Salvo (mayor en el año 1880), publicará un artículo negando que Francisco Bolognesi haya pronunciado la histórica frase “Quemaré hasta el último cartucho”, afirmando que la frase era producto de la imaginación de nuestro laureado escritor.




La respuesta de Ricardo Palma, no se hizo esperar y publicó un artículo denominado RESPUESTA A UNA RECTIFICACION, en donde entre sus argumentos, citó a los únicos oficiales sobrevivientes a la junta, entre ellos, Roque Sáenz Peña, apelando el testimonio del bizarro argentino, en un artículo que publicó en Buenos Aires sobre la reunión de Bolognesi y los héroes de Arica, con el mayor Salvo.

A continuación, se presenta la transcripción del artículo que escribió Ricardo Palma.

RESPUESTA A UNA RECTIFICACION (7)

"El señor coronel del ejército chileno, don J. de la Cruz Salvo, ha tenido a bien publicar en el Mercurio de Valparaíso, un artículo rectificatorio del que escribí en el folleto que el 28 de julio dio a luz la sociedad Administradora de la Exposición.

Estimando los corteses elogios con que me favorecen el señor Salvo, paso a contestarle, sin propósito, se entiende, de sostener polémica, que para ella ni las múltiples atenciones que el servicio de la Biblioteca Nacional me impone, ni lo decaído de mi salud me dejan campo.

Entre la narración que hace el señor Salvo de la conferencia de Arica y la que yo hice, no hay otra diferencia sino la que aquella es larga y minuciosa y la mía lacónica o sintética, como cuadraba a la índole literaria de mi trabajo. No veo pues, el objeto de rectificación en esa parte. Con distintas palabras, en el fondo, el señor Salvo y yo hemos escrito lo mismo.

Pasemos al único punto en serio.

Niega el señor Salvo que en la respuesta dada por el coronel Bolognesi al jefe parlamentario hubiera habido la frase quemaré hasta el último cartucho. Muertos en el combate, casi todos los jefes peruanos que asistieron a la junta de guerra, con excepción de los comandantes Roque Sáenz Peña, Marcelino Varela y Manuel C. de la Torre, apelo al testimonio de estos.

El comandante Roque Sáenz Peña la ha consignado en el brillante artículo que hace poco publicó en Buenos Aires.

Por el mes de junio de 1880, toda la prensa del Perú y de Chile se ocupó de la histórica frase. Recientes estaban los hechos, y aquella era la oportunidad en que el señor Salvo, tan celoso hoy, a los cinco años de la conferencia, por salvar la verdad histórica, debió haber escrito la rectificación que mi pobre artículo le ha inspirado.

En cuanto al calificativo de vulgares, que el señor coronel Salvo da a las palabras del inmortal batallador del Morro de Arica, permítame que le niegue competencia para tan decisivo fallo. Así como las obras del espíritu se juzgan solo con el espíritu, así los arranques del patriotismo se aprecian con el corazón y no con la cabeza, se sienten y no se discuten. En la proclama de Nelson en Trafalgar, "la Inglaterra espera que todo buen inglés, cumplirá con su deber", no puede caber más llaneza. El famoso Ou´il mourütil de Corneille en los Horacios, es una exclamación de encantadora sencillez.

En un de la educación de Bolognesi nada más natural y espontaneo que su respuesta; Quemaré hasta el último cartucho.

Y a propósito, y por vía de ampliación, quiero terminar refrescando la memoria del señor coronel Salvo con la copia de unas pocas líneas de la página 1125, tomo III, de la Historia de la Guerra del Pacífico, por Benjamín Vicuña Mackenna, volumen impreso en Chile a fines de 1881.

Dice el historiador chileno: "Llegando el parlamentario a la presencia del jefe de la plaza, la conferencia fue breve, digna  casi solemne de una y otra parte. Entablase, el siguiente diálogo, que conservamos en el papel desde una época muy inmediata a su verificación, y que, por esto mismo, fielmente copiamos:

Lo oigo a usted, señor, dijo Bolognesi con voz completamente tranquila

Señor, contestó Salvo, el general en jefe del ejército de Chile, deseando evitar derramamiento inútil de sangre, después de vencido en Tacna el grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de está plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conoce.

Tengo deberes sagrados y los cumpliré quemando el último cartucho. Entonces está cumplida mi misión, dio el parlamentario, levantándose, etc., etc."

En la página 1127 pone el señor Vicuña Mackenna una nota que a la letra dice:

"La intimación de Arica me referida por el mayor Salvo a los pocos días de su llegada a Santiago, en junio de 1880, conduciendo en el Itata a los prisioneros de Tacna y del Morro, y la hemos conservado con la fidelidad de un calco".

Ya verá el señor coronel Salvo que yo no he escrito un romance ni dado pábulo a mi fecunda imaginación, como tiene la amabilidad de afirmarlo en su artículo rectificatorio. Si Bolognesi no pronunció la vulgaridad de quemaré el último cartucho, en tal caso, ateniéndonos a Vicuña Mackenna y desdeñando otros informes y documentos oficiales, sería el mismo coronel Salvo, y no yo, el inventor de esa (para mí y para el sentimiento patriótico de los peruanos) bellísima y épica vulgaridad.

     Ricardo Palma

Lima, septiembre 18 de 1885

 La respuesta de Ricardo Palma, demostró lo cierto, que dice el famoso refrán "Para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado", le cayó como anillo al dedo, al coronel Salvo.

En cambio la imagen del coronel Francisco Bolognesi, alcanzó no sólo trascendencia nacional, sino reconocimiento mundial, como indica Gerardo Vargas Hurtado, en su libro "La batalla de Arica", "durante la guerra entre Rusia y Japón, los ejércitos de este país tomaron Porth Arthur, después de prolongado sitio en enero de 1905, al conocer la noticia, el Zar Nicolás se lamentó de que no hubiera estado encomendada la defensa de la plaza a un Bolognesi, en vez de Stoessel, que capituló cobardemente. (8)

Por Juan Carlos Saldaña Salmón - Junio 2023


Fuentes consultadas

 

(1)  Gustavo Ponz Musso – “El coronel Bolognesi y el expansionismo chileno” – Fondo editorial del Congreso del Perú.

(2)  Comisión Permanente de la Historia del Ejército Peruano – “La epopeya del Morro de Arica”

(3)  Comisión Permanente de la Historia del Ejército Peruano – Ob, citada

(4)  Comisión Permanente de la Historia del Ejército Peruano – Ob. Citada

(5)  Comisión Permanente de la Historia del Ejército Peruano – Ob. Citada.

(6)  Teniente Coronel de Infantería Carlos María Fraquelli – Artículo “Roque Sáenz Peña: El héroe del Pacífico”, Buenos Aires, Argentina.

(7)  Ricardo Palma – “Tradiciones Peruanas”

(8)  Gerardo Vargas Hurtado – “La batalla de Arica”.



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