SIERRALUMI: UNA DE NUESTRAS VICTORIAS PATRIOTAS
2 DE MARZO DE 1882

Destacamentos chilenos incursionaban en las haciendas del valle del Mantaro y se valían de autoridades locales para efectuar la requisa. Así, promediando febrero de aquel año, el alcalde de Jauja Teodoro Reyes envió orden al alcalde de Comas, Luis Chávez, para que reuniese 600 reses y otros artículos de la hacienda Runatullo, pedido que hizo llegar por medio de dos comerciantes extranjeros, uno el italiano Loero, de Concepción y otro un francés de apellido Germain, residente en Huancayo.
En Comas, población ubicada al Este de Concepción, el indignado alcalde convocó al pueblo en cabildo abierto, rechazando los comuneros a los emisarios y convocando la presencia del ciudadano Ambrosio Salazar y Márquez, ciudadano culto, valeroso y patriota que siempre había servido de consejero a las autoridades del valle y que trabajaba como contador en una hacienda cercana. Salazar se presentó a los pocos días y tras ser nombrado comandante Militar de la plaza de Comas, organizó militarmente a los campesinos, formando seis compañías armadas con no más de treinta rifles y escopetas, hondas, rejones y hasta herramientas de labranza convertidas en armas. Luego, proyectó una emboscada sobre el adversario, que para entrar en Comas tenía que pasar obligadamente por el estrecho de Sierralumi.
El jefe chileno de la guarnición que ocupaba Jauja, movilizó sobre Comas un escuadrón de Carabineros de Yungay, que llevó de guías a un comerciante italiano de Concepción y a un sujeto de apellido Olivera, que había sido expulsado del convento de Ocopa por su mal comportamiento. Esa fuerza, al mando del teniente Germain, incursionó en la hacienda Runatullo el 29 de febrero, donde después de doblegar la resistencia de los siervos campesinos, requisó gran cantidad de ganado vacuno y lanar, así como otros diversos artículos agrícolas, mantequilla, quesos, etc. Y desde allí enviaron comunicaciones a Comas exigiendo que se les esperase con el cupo requerido, amenazando que en caso contrario arrasarían el pueblo.
Los comasinos siguieron con espías el avance enemigo y el 2 de marzo, teniéndolo ya cerca, armaron cuatro fogones en la plaza del pueblo, haciendo ver que supuestamente preparaban comida para recibirlos. Desde las alturas que dominan el pueblo los chilenos vieron esos preparativos y sin el menor recelo empezaron a ingresar por el desfiladero de Sierralumi. Entonces sonaron los pututos dando la señal de ataque, y galgas lanzadas desde las alturas con formidable ímpetu, más disparos certeros hechos con hondas, cayeron sobre hombres, cabalgaduras y acémilas que conducían el botín robado en Runatullo, todo lo cual fue a dar al río que discurre al fondo de la quebrada.
Pocos adversarios sobrevivieron a ese ataque y el teniente que los conducía murió con la cabeza destrozada por un certero hondazo. Algunos se fingieron muertos y de noche se asilaron en el convento de Ocopa. Parte del ganado fue recuperado por los comasinos, que celebraron el triunfo con sus jefes Ambrosio Salazar, Luis Chávez, José Benito Gil, Francisco Valdez, Baltasar Chávez, Nazario Valera, Manuel Arroyo y el cura Lorenzo Soto. Salazar envió chasqui ante el general Cáceres, informándolo del combate, y en una proclama el jefe de La Breña puso de relieve el valor y patriotismo de los comasinos.

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